Hace unas
semanas nos reunimos para reparar públicamente la ofensa hecha a Dios por la exposición de una foto blasfema en el
Teatro Español de Madrid. Siendo objetivo, creo que asistimos unas 70 personas,
no más, a pesar de haber repartido unos miles de folletos por varias parroquias
de la ciudad y haber contactado con algún medio de comunicación católico (Radio
María).
Pasaron
unas semanas, y nos enteramos de que en la galería “Fresh Gallery”, nuevamente
en la Capital, otra blasfemia se iba a exponer. A lo mejor los organizadores de
tal blasfemia no lo han planeado pero el Demonio sí, y casualmente se elige
exponerla en el tiempo de la Cuaresma, desde el viernes antes del Miércoles de Ceniza hasta el miércoles de la Semana Santa. Pero esta vez no es una foto
blasfema, sino muchas más: unas 60 en total.
¿Contra quién? Contra Dios, contra Ntra. Señora, contra el mismísimo
Sacramento de la Eucaristía, contra los Santos, contra las órdenes religiosas... Se burlan de la
Religión Católica en general, y de Dios y la Santa Virgen en particular, sin
olvidarse del Niño Jesús, por supuesto.
Así que nos
movilizamos otra vez, y el pasado viernes 24 de febrero, tras haber dado a
conocer nuestra empresa en un medio televisivo de ámbito nacional la noche anterior, nos reunimos más de un centenar de personas delante
de dicha galería, para reparar esta
blasfemia que no tiene nombre.
Tenemos que
agradecer a las más de 100 personas que asistieron al acto, su coraje y arrojo. Teniendo en
cuenta que la semana anterior se intentó desacreditar, o disuadir, este tipo de
concentraciones contra la citada galería, con la colocación de unos 'cócteles
molotov' en su interior.
También
queremos agradecer, desde aquí, a la cadena televisiva Intereconomía que
permitiera a dos jóvenes de la plataforma Rosario Reparador presentar el acto
un día antes, que estuviera presente durante el
rezo del Santo Rosario, que lo emitiera en el informativo de las 21h,
así como, el anuncio del mismo en su página web. Por su implicación y apoyo al acto reparador,
muchas gracias.
Por
supuesto, tampoco nos olvidamos de dar las gracias a las personas que con
generosidad nos proporcionaron cierto material útil en cualquier acto de esta
índole, me refiero a la pancarta en la que podía leerse: “No más blasfemias, Viva Cristo Rey”.
Tras
estos sinceros agradecimientos, continúo con el relato. Antes de empezar a
rezar se nos recordó con mucho acierto los fines de esta oración. Se insistió
en su carácter reparador, y en su intención espiritual y católica, totalmente
alejada de cualquier carácter político o sensacionalista. Es una oración
desvinculada de cierto humanismo barato y no pretende defender derecho alguno
de los católicos, tampoco quiere reivindicar ningún tipo de libertad religiosa.
El único fin de este Santo Rosario es reparar, es un acto que restablece la
justicia hacia Dios cuando con tales blasfemias hemos quedado en deuda con Él;
y aunque no seamos nosotros los deudores directos esto no quita la Ofensa que
se hace al Creador con tales exposiciones.
El
Santo Rosario fue guiado por tres sacerdotes que representaban a todas las
generaciones de fieles allí congregados, y que se turnaron para la meditación
de cada uno de los misterios. El acto reparador finalizó con las Letanías de la
Santísima Virgen y un rotundo “Viva Cristo Rey”.
Pero... ¿tenemos que conformarnos con lo hecho
hasta ahora? ¿Podemos estar satisfechos del resultado?
Yo
diría que no. En la primera convocatoria vía mail nos preguntábamos: ¿Dónde están los jóvenes que hace poco más
de un año se comprometieron para la organización de la JMJ de Madrid? ¿Dónde
están todas aquellas personas que aclamaban al Santo Padre por las calles de
nuestra capital el pasado agosto? ¿Por
qué en las parroquias madrileñas muchos sacerdotes miran para otro lado?
Puedo entender sin compartirlo que la sociedad actual ignore a los católicos
pero que los que se dicen católicos, que los propios pastores de la Iglesia
ignoren a sus ovejas...eso no lo entiendo. Así que iré al grano. Ya estoy
oyendo el “es que…” tan madrileño, la excusa perfecta para no hacer lo que uno
debe hacer si de verdad es católico.
Y es que hay que recordar que el mismo Papa les invita y les
insta a reaccionar: el 19 de enero el obispo Peter Brian Wells en una carta
de la Secretaría de Estado de la Santa Sede transmitía las siguientes palabras
del Santo Padre: "Su Santidad desea que la
falta de respeto a Dios, los
santos y los símbolos religiosos suscite
la respuesta firme y adecuada
a la comunidad cristiana, informada y
guiada por sus pastores."
A los que piensen que esto es
hacer publicidad a la blasfemia y promotores, les contestaré que la tradición doctrinal de la Iglesia enseña
que cuando el escándalo es público, la reparación tiene que ser pública
también. Ya sea la exposición en el Teatro Español o en “Fresh Gallery”, la
blasfemia es pública – cualquier persona tiene acceso a ello. Añadiré, como leí
en un artículo, que callarnos delante de
estas blasfemias es, de manera
indirecta, con nuestra pasividad, hacernos cómplices de su banalización.
Una banalización que implica que cada vez las blasfemias son más fuertes y
ofensivas contra Nuestro Señor. Y la culpa de esto, es en gran parte, debida a
la debilidad de las reacciones de los católicos. Ya lo dijo San Pio X “en nuestros días más que
nunca, la fuerza de los malos es la cobardía y debilidad de los buenos, y todo
el nervio del reino de Satán reside en la blandura de los cristianos.” (Discurso pronunciado por el papa San Pío X el 13 de diciembre de 1908
después de la lectura de los decretos de beatificación de Juana de Arco, Juan
Eudes, Francisco de Capillas y Teófano Vénard y sus compañeros).
A los que les cuesta salir de casa por el
qué dirán,
esa plaga de la falsa vergüenza; a los que hablan muy alto en las iglesias pero
de cara al mundo están calladitos… y yo el primero. Esta es nuestra oportunidad
para no ser otros Pedro que dicen: “No
conozco a ese hombre “(Lc 22,54-62). Ese hombre del que habla Pedro es
Jesucristo, es Dios. En estas exposiciones se niega al honor de Cristo y a su divinidad. ¿Podemos nosotros quedarnos en casa excusándonos y pareciendo que no
conocemos a ese Jesús del que se están riendo?
Por todo ello, acudir al rezo público del Santo Rosarío además de
restaurar, en lo posible, la ofensa perpetrada contra Dios, principal intención
de este acto, puede ser un gran testimonio, con el que decir que los católicos
no vamos a admitir nunca más que se nos considere como ciudadanos de segunda
clase en este país, cuya historia, cultura, tradiciones...está ligada, aunque
les pese a algunos, a la religión católica, y que hasta hace bien poco era
referente y bastión católico.
Tenemos que ser más para
NSJC. Ofrecámoslo pues como esfuerzo o penitencia en este tiempo de Cuaresma.